«O mueres como un héroe, o vives lo suficiente para verte convertido en un villano»

(Harvey Dent, «El caballero oscuro»)

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LA FINA LÍNEA ENTRE HÉROES Y VILLANOS

Si algo caracteriza a las obras maestras atemporales es su capacidad de huir del maniqueísmo entre el bien y el mal. La delgada línea que separa al héroe del villano es tan endeble que cualquiera, en una mala decisión, puede transitar entre ambos mundos.

Der Ring des Nibelungen es la historia de héroes truncados, de seres potencialmente gloriosos que, sin embargo, se disuelven como un terrón de azúcar en la leche. Es el caso de Siegmund, “el héroe que la Tetralogía merecía, pero no el que necesitaba” en un estadio tan inicial como Die Walküre. O Siegfried, “el elegido para traer el equilibrio” a los confines del Rhin, no el que se uniría a Hagen y Günther en su macabro plan. Incluso Brünnhilde, quien termina inmolándose para consumir la corrupción entre las llamas y hacer que triunfe la redención por amor, cayó previamente en el engaño de Hagen al confesar la única manera de derrotar a Siegfried.

Pero reconozcámoslo: hablar de héroes caídos en Der Ring des Nibelungen es hablar del otrora todopoderoso WOTAN, que un día obtuvo el gobierno supremo convirtiendo una rama del fresno del mundo en lanza, pero que, pacto a pacto, capricho a capricho, fue atando su destino a las vicisitudes siempre cambiantes y siempre nefastas de los seres humanos.

Si hay alguien que pudo “morir como un héroe, pero vivió lo suficiente para verse convertido en un villano”, ese es Wotan, el cual termina sus días en  Siegfried como un mero espectador del desastre, del caos y de la destrucción que él mismo generó desde el comienzo.

Todos estos paralelismos con el séptimo arte no son meras coincidencias. Recordemos que Wagner fue el primero en apagar las luces, hundir a la fuente sonora bajo el escenario y generar algo similar a lo que hoy disfrutamos en las salas de cine. De hecho, podríamos seguir con estas referencias y decir que Der Ring des Nibelungen

ERA LA ULTRAMARATÓN QUE MERECÍAN, PERO NO LA QUE NECESITABAN EN 1876

Un cuarto de siglo separa la primera idea de Der Ring des Nibelungen de la doble barra final. 25 años de dar forma a una obra de arte que contiene todos los cuestionamientos y todas las reflexiones de la humanidad, cargadas de un simbolismo que hace que su vigencia sea eterna.

¿Podría ser que el maestro pensase en una ejecución continua de este ciclo? ¿Es posible que, en su fuero interno, ya concibiese un visionado de la Tetralogía en un solo día? Los partidarios de la  teoría de la ultramaratón ancestral decimos que sí, pero que el mundo de 1876 no estaba preparado para semejante reto.

NO ES LA ULTRAMARATÓN QUE MERECEMOS, PERO SÍ LA QUE NECESITAMOS AHORA MISMO

No somos dignos de esta obra de arte imperecedera y colosal: nuestra capacidad de concentración y de reflexión es cada vez menor; la multitarea, la interrupción constante y la confusión entre entretenimiento y cultura no nos hace merecedores de la ultramaratón. Por ello mismo, el visionado de Der Ring des Nibelungen en UNA ÚNICA JORNADA, con las PAUSAS IMPRESCINDIBLES y con la MAYOR DE LAS CONCENTRACIONES es el reto que necesitamos ahora mismo.

¡Te esperamos el próximo 9 de septiembre!